sábado, 9 de febrero de 2013

resumen


Es probable que los primeros artrópodos fueran muy similares a sus presuntos antecesores, los anélidos. Su cuerpo era largo y blando y tenía muchos segmentos, todos ellos muy similares y equipados con un par de patas. Posteriormente la superficie del cuerpo se endureció hasta formar un esqueleto externo (exoesqueleto). Esto tuvo muchas ventajas por lo que se refiere a la protección del cuerpo, pero también algunos aspectos negativos. Por ejemplo, el animal debe desprenderse del exoesqueleto (muda) para hacer posible el crecimiento, y durante este proceso su cuerpo es blando y vulnerable. La resistencia y otras propiedades del exoesqueleto disminuyen también al aumentar el tamaño, por lo que los artrópodos nunca son muy grandes. Las langostas pueden alcanzar un peso de unos 20 kg, pero los artrópodos terrestres, sin la sustentación del agua, nunca alcanzan tamaños similares. El exoesqueleto impide que se deshidraten, no obstante, impone mecanismos especiales para respirar, como tubos (tráqueas) que transportan aire directamente desde la ‘piel’ hasta los tejidos del cuerpo.
La superficie corporal de los artrópodos presenta una gran variedad de órganos de los sentidos, muchos de los cuales son distintos a los de los vertebrados. Los órganos sensoriales incluyen de uno a muchos pares de ojos, simples o compuestos o ambos, y a menudo antenas, que sirven como órganos del tacto y el gusto. El sistema nervioso de los artrópodos es bastante complicado, pero limitado por su tamaño comparativamente pequeño.

La evolución de los artrópodos ha sido de forma especial digna de atención por las numerosas variaciones que se han producido en el modelo corporal básico, donde se incluyen órganos como las alas, que permiten gran variedad de modos de vida distintos. Es perceptible una clara tendencia hacia la reducción del número de segmentos y extremidades, y hacia la especialización y transformación de éstas. Las partes del cuerpo se forman por combinaciones de segmentos; las extremidades empleadas para caminar se hacen más largas, más eficaces para la locomoción, y se concentran en las proximidades de la cabeza, mientras que otras extremidades asumen otras funciones como la masticación o la percepción del entorno. El ciclo vital también experimenta un proceso de especialización, en función del cual diferentes fases se adaptan a diferentes circunstancias. A menudo se produce un pronunciado cambio de forma, llamado metamorfosis, en el que el individuo joven, o larva, es muy diferente del adulto, o imago. Estos cambios evolutivos, que en ocasiones se dice condujeron de los artrópodos ‘inferiores’ a los ‘avanzados’, se han producido de hecho una y otra vez en grupos separados. Por ello, algunos científicos mantienen que los artrópodos no constituyen una unidad que descienda de un antecesor común, y proponen que sean divididos en varios Phyllum.


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